A las dos comenzó una barbacoa de despedida organizada por el colegio con participación de las familias alemanas de acogida. La comida fue típica alemana: salchichas, ensaladas de patatas, de pastas, de verduras y para terminar frutas. La bebida bien, gracias. La actividad se desarrolló con un estupendo clima de convivencia e integración de alumnado, profesorado y familias. Las familias alemanas se deshacían en general en elogios por el saber estar, la simpatía y la empatía de nuestros niños y niñas. Los participantes se fueron retirando paulatinamente empezando ya el fin de semana del alumnado en familia sin actividades grupales. El sábado fue por tanto un día de vida familiar alemana.
El domingo nuestro vuelo salía a las 5:40, por que habíamos quedado en el aeropuerto a las 3:40. Allí fuimos todos y todas llegando con caras de madrugón devastador, pero alegres y sonrientes. La despedida fue emotiva, las familias reiteraban el buen entendimiento que había habido con nuestros niñas y niñas y hubo algunas lagrimitas junto con muchos gestos y muestras de satisfacción.
Llegamos puntuales a Jerez y allí nos esperaba un comité de bienvenida formado por madres, padres, hermanos y hermanas y otros familiares. la mayor parte de la comitiva se desplazó hasta jerz para tomar chocolate y churros como fin de fiesta.
Valoramos muy positivamente al día de hoy esta experiencia donde familias, alumnado y profesorado participante ha tenido ocasión de crecer personalmente. El tiempo nos dirá si además la puerta abierta a la colaboración con el centro Claudia Agrippina Privatshule y su comunidad educativa tiene además proyección de futuro.